viernes, 17 de febrero de 2012

Pequeña historia

Hoy he hecho un examen de Historia Contemporánea. Es curioso porque he sentido,después de la prueba, retrotraerme a los años de la facultad, cuando estudiaba Periodismo en Madrid. Siempre he tenido la sensación de vomitar en un examen conocimientos prestados. Que he trasladado a mi cabeza procedente de los libros, a toda prisa. Y me veo, de repente, con las perchas colgadas en el armario de mi memoria, donde hace escasas semanas existían lagunas extensas. Y se me antoja que esas perchas no son mías, sino que alguien machaconamente ha venido a colgarlas en mi cerebro.
 Pero he echado en falta un poco más de reflexión. Lamento no haber podido pararme a pensar y a repensar la Revolución Francesa sin temor a que las horas se esfumaran y me descubrieran desamparada sin haberme aprendido aún la Unificación Italiana o Alemana. En fin, repitiendo, trece años después, los mismos errores. Lo digo porque pensar y repensar la historia ayuda a hallar fabulosos encuentros con la historia presente. Porque el papel que Prusia jugó en la Unificación Alemana recuerda, dicen, con distancias de océanos, al empecinamiento de las grandes potencias de nuestra Europa. Y por el lado romántico. No he leído enunciado más hermoso en una constitución, como en la Jabonina de 1793 en la época de la Revolución Francesa, que aquel que dice que "el fin de la sociedad es la felicidad". 'La felicidad', ese concepto tan actual hoy en nuestras vidas. Hoy morimos buscando la propia felicidad. Me atrevería a afirmar que el sino de nuestros días es la fatalidad de la felicidad. En la Declaración de Independencia de EEUU se afirma: "Todos los hombres son creados iguales, son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, entre los que se encuentran la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Para asegurar esos derechos se instituyen los gobiernos entre los hombres, y derivan sus justos poderes del consentimiento de los gobernados, (...)" ¿Por qué me parece que estos derechos están tan vivos hoy? Puede que las fechas, los lugares exactos, los procesos del devenir histórico se esfumen mañana y entonces parecerá como si nunca los hubiese estudiado. Pero estos pequeños detalles no desaparecerán nunca. Ahora que las nuevas tecnologías nos acercan de forma inmediata a cualquier rincón del mundo: La isla de Elba, donde fue exiliado Napoleón en 1814, es un precioso lugar de origen volcánico. Sólo hay que echar un vistazo en google.     

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