Cuando alguien quiere
alcanzar algo, la mejor opción es tomar el camino opuesto. Lo leí
de Michael Ende, autor de la Historia Interminable. Ahora
bien, obviamente uno se pregunta: ¿Cómo es posible que se desee
algo y tenga que hacerse justo lo contrario? Es una absoluta paradoja. Como seres obstinados que somos, la naturaleza no nos
ha preparado para eso. Muy al contrario, estamos entrenados para
empeñar todas nuestras fuerzas hasta alcanzar la meta anhelada. Si amamos a alguien, no se nos ocurriría invertir los
sentimientos. Cuando deseamos que algo ocurra de verdad, nos resultaría
complejo cambiar la estrategia. Dice el escritor que Dante, en la
Divina Comedia, para llegar al paraíso tuvo que pasar primero
por el infierno. Él plantea que para encontrar la realidad hay que
seguir ese recorrido
.
Me estoy acordando mucho
de la Historia Interminable estos días. Recuerdo
perfectamente cuando la leí. Tumbada en una manta en mi habitación
de la casa de mis padres cuando las tardes de verano tenían la
cadencia perfecta para leer libros. Después, han venido otros
veranos, que han podido ser mejores o peores, pero no con aquella luz
de las tardes de siesta de mi pueblo. El protagonista, Bastián,
inmerso en el mundo fantástico al que se trasladó, en una de las
últimas puertas que tenía que atravesar para regresar el mundo
real, debía desear sinceramente que no se abriera. Pretender que una
puerta no se abra justo cuando es lo que sueñas es como pedirle al
mar que detenga las olas. Es curioso, pero a todos nos ha pasado
alguna vez. Precisamente cuando uno está a punto de sucumbir es
justo cuando surge la oportunidad. Justo cuando estás a punto de
dejar esfumar tus esperanzas es cuando llega el momento. Entonces,
recuerdo que Bastián se rindió como diciendo: Hasta aquí he
llegado. Fue cuando la puerta ansiada se abrió. Tengo varios amigos
que están pasando por un mal momento y quería encontrar el modo de
aconsejarles que quizás las respuestas no llegan cuando las
necesitamos, aunque fuera justo que así fuera. No es una invitación
a dejar de luchar. Todo lo contrario, yo me siento la primera
luchadora. Pero quizás el protagonista de esta maravillosa historia
nos ayude a entender que hay veces, aunque nos parezca una locura
esta proposición, que debemos dar la espalda a las cosas
precisamente para encontrarlas.
"Fuerzas de flaqueza", "Los árboles que no dejan ver el bosque"...
ResponderEliminarParadojas las hay tantas... pero estoy de acuerdo en que muchas veces es en el último momento, justo cuando parece que ya es imposible... entonces, es cuando surje la oportunidad.