domingo, 11 de agosto de 2013

The Dreamers

Una banda se define por sus composiciones y por su gente. La afinidad que sienten las personas entre sí es algo en lo que poco se puede trabajar desde fuera, porque surge en forma de destellos invisibles y es difícil de explicar con palabras. En el último concierto que ofreció el grupo onubense The Dreamers en Luz de Mar hubo esa explosión de destellos. Se palpó esa unión que hace que las cosas resulten especiales. Porque uno puede asistir a un concierto y vibrar con la música y con la profesionalidad de los artistas. Y puede igualmente asistir a un concierto, vibrar con la música y sentir que la profesionalidad de los artistas te contagia de fantásticas sensaciones. The Dreamers hace un estilo musical que se conoce como doo wop. Un estilo que marcó a jóvenes de los años 50 y 60 aunque sus raíces estuvieran en las comunidades afroamericanas de los años 40. Sus canciones son como si diferentes latidos se transformaran, de repente, en uno único y maravilloso. Su armonía vocal es como si echaras a volar un avión hecho de papel y se dejara flotar por una sedosa melodía musical. Y al mismo tiempo tiene un punto de rebeldía callejera. Porque la música doo wop nació en las esquinas de las grandes ciudades. El street corner es el lugar emblemático donde emerge y se desarrolla el género. En la música como en la literatura ocurre lo mismo: Lo importante es el discurso total. No solo las canciones, no únicamente las buenas voces, como no lo son simplemente las palabras bien construidas o una bonita historia. Lo importante es la conexión. Por eso digo que sus cuatro componentes hacen visible lo invisible, lo que no se ve pero se percibe, cada vez que actúan. Que esa conexión cobra presencia como algo mágicamente palpable sobre el escenario. Y ese es el mejor regalo que un grupo puede dar a su público. Es impresionante pero ocurre como con las personas, cuando en el interior hay sinceridad, se transparenta. Cuando algo es auténtico, se ve.

1 comentario: