Eduardo Galeano afirma en su libro ‘Bocas del Tiempo’ que los informativos no se ocupan de los sueños. Ciertamente, los informativos están cargados, más que de sueños, de cifras, de datos, de números. Son fríos. Los sueños son otra cosa, no entienden de actualidad. Son como la espuma. Pero, a veces, a veces, los sueños se cuelan en los informativos. Estoy convencida. El otro día me escribió una chica, una vecina de Huelva, contándome, “por si usted considerase publicar esta noticia en su medio”, una historia que forma parte de los sueños. De esos sueños en los que ciudadanos anónimos realizan actos heroicos capaces de devolver a la vida un gesto de humanidad. Tan necesario, por cierto. Esta vecina me relataba que un policía local de paisano evitó un atraco el otro día en una peluquería en una de las calles de la capital. El agente, que pasaba por el lugar, vio cómo el atracador salía del establecimiento a la carrera, huyendo del lugar con el botín. El agente persiguió al ladrón y logró reducirlo y pudo así avisar a sus compañeros. El propietario del local agradeció tremendamente el gesto al policía. Los informativos, piensan muchos ciudadanos, sólo traen noticias tristes. Últimamente lamentables con la crisis. Mejor no leerlos, mejor no escucharlos. Pero pequeñas historias como ésta, créanme, hacen que los informativos se crezcan y no dejen pasar por alto la belleza que arroja la cotidianeidad de la vida.
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